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Salud Mental de la vida diaria.

Psicopatologización de la vida diaria.


Los/as profesionales de la salud mental somos, en parte, responsables de este fenómeno, por lo tanto también podemos ser protagonistas de la solución.


Por un lado, se ha producido una normalización de los recursos de salud mental, donde ir al/la psicólogo/a, al psiquiatra y hacer terapia, se está convirtiendo en una situación normal, de lo cual nos congratulamos. Pero por otra parte, las personas, nos han otorgado a los/as profesionales de la salud mental una idealización, donde parece que tengamos el don de solventar problemas o guiar vidas ajenas, como si fuéramos expertos/as en vivir vidas de nuestros/as pacientes a nivel familiar, personal, laboral, moral, académico, social, etc. Y si una cosa es cierta, es que quien conoce su vida es el/la propio/a paciente y es él/ella mismo/a quien debe tomar sus decisiones, meditadas y personales.

Aumentan, así mismo, las intervenciones psicológicas, también para “personas sanas”: coaching, HHSS, manejo del estrés, aprender a ligar, entre otras.


Encontramos casos donde el/la paciente acude por sensación de malestar “normalizado” derivado de situaciones de la vida diaria tales como: pérdidas vitales, divorcios, etc. Por lo que el trabajo más ético por nuestra parte deberá ser el de normalizar la situación y no tratar, a riesgo, de intervenir, de infantilizar a los/as pacientes y hacerlos/as dependientes no solo de nuestra guía, sino del fármaco, absolutamente innecesario para este tipo de procesos adaptativos.


Es necesario hacer mención de la estigmatización que en algunos casos esto conlleva, así como los efectos negativos y perniciosos que podemos producir por impericia o iatrogenia, por bienintencionados que intentemos ser. La Psiquiatría y la Psicología se presentan, erróneamente, con la promesa de mejorar estos cuadros y de ser imprescindibles.

La indicación de no tratamiento no tiene que ver con nuestras limitaciones técnicas o que no nos queramos hacer cargo del caso, o que no dispongamos de tiempo; se trata de una intervención técnica de cierta complejidad si la queremos hacer bien.


El proceso terapéutico.

El proceso terapéutico mencionado, está dotado de estructura técnica donde el objetivo final es desvincular el problema que se nos presenta de lo patológico y su solución del ámbito de lo sanitario y co-construir una nueva versión de su historia donde la problemática que plantea el/la paciente quede vinculada a su contexto cotidiano saludable, la carga emocional esté legitimada y normalizada, y el rol de enfermo/a cambie a uno más activo e independiente.


Para finalizar, añadiré una cita de Freud de 1915, en la cual se hace mención al tema tratado en este texto:



”Es también muy notable que jamás se nos ocurra considerar el duelo como un estado patológico y someter al sujeto a un tratamiento médico, aunque se trata de un estado que le impone considerables desviaciones de su conducta normal. Confiamos, efectivamente, en que al cabo de algún tiempo desaparecerá por sí solo y juzgaremos inadecuado e incluso perjudicial tratarlo”. Sigmund Freud. Duelo y Melancolía, 1915

Ángela Ruíz. Psicóloga en Murcia.


Equipo TAKTIKA. Región de Murcia.






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