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¿Problemas con la pareja en vacaciones?


Estamos de vacaciones de verano y las estadísticas dicen que son muchas y cada vez más las parejas que no superan el periodo estival. Si los conflictos emergen cuando aumenta el tiempo de convivencia, se pone de manifiesto que algo no funciona como debería en la relación.


¿Qué nos pasa realmente para que en vez de aprovechar estos días que tanto estamos esperando durante todo el año, en paz y armonía, todo salte por los aires y estalle?.


En terapia no hay recetas generales que valgan para todo el mundo y habría que analizar cada pareja por separado, pero hay algo que si sabemos con certeza, y es que la comunicación es uno de los factores principales que influyen cuando surgen problemas. Cuando confundimos dialogar y discutir, las emociones afloran y la razón se anula.


Imaginémonos cocinando un buen guiso, cada maestrillo tiene su librillo y para gustos los colores, pero sabemos que un exceso de sal, de pimienta o de ajo podrían estropear la mejor de las recetas. Pues de igual forma sabemos que hay ingredientes que estropearán con total seguridad un buen resultado en la relación de pareja.


Así pues, toma nota de estos ingredientes y estate atento cada vez que los utilizas y cómo los usas si no quieres arruinarte el verano. (Del libro Corrígeme si me equivoco de G. Nardone):


1. Puntualizar: Si eres de los/as que te gusta explicar y detallar todas las cosas a tu pareja; Lo que no funciona, y como debería hacerse para que todo vaya bien, debes saber que el resultado que obtendrás será el que la otra persona te verá como un/a pesado/a reiterativo, y dejará de escuchar, querrá huir para no hacerlo e incluso hacer lo contrario por pelmazo/a. “Le he estado vueltas a nuestra conversación de ayer y quisiera puntualizar todo lo que pasó y porqué pasó y cómo tendría que haber pasado”.


2. Recriminar: Si sueles culpar al/a otro/a por lo que ha dicho o hecho y además insistes, recuerda que sentirse culpable y que te echen en cara cosas provoca rebeldía y ataque como manera de defenderse, pero en ningún caso reconocer la culpa y dar la razón. “Por tu culpa hemos llegado tarde de nuevo, siempre pasa lo mismo”.


3. Victimizarse: Si para culpar al/a otro/a nos hacemos la víctima, haciéndole ver lo que hemos sufrido o sacrificado por su culpa, lo/a convertimos automáticamente en verdugo/a, y solo le dejaremos espacio para que se defienda atacando y provocaremos la rabia y el enfado, en vez de apiadarse de nuestro supuesto sufrimiento. “Me he quedado sin salir con mis amigos/as con la gana que tenia de verlos/as para estar contigo y ahora tu te vas con tu hermano/a”.


4. Sermonear: Si sueles ser el/la dueño/a de la autoridad moral, sabes lo que es lo justo y lo que no; Lo que está bien y es lo correcto y lo que no lo es, y das sermones con esa autoridad que nadie salvo tu mismo/a te has otorgado, recuerda que para oír sermones vamos a misa, pero si insistes, has de saber que provocarás en tu pareja unas ganas inconmensurables de transgredir y hacer todo lo contrario a lo que le dices. Además este ingrediente suele ser usado en combinación con los anteriores, o sea, una bomba. “No deberías haber dicho eso en la cena, porque todos/as se han sentido molestos/as por tus palabras”.


5. Reprobar: Si te cuesta felicitar, elogiar o reconocer algo positivo de tu pareja sin poner una pega en la misma frase, tenemos un problema, porque acabas de anular todo el efecto positivo que podría tener tu refuerzo al decir justo después ese “pero”. Se impondrá lo negativo y generará rabia y malestar. “Me ha gustado mucho que me hagas un regalo, pero podrías habértelo currado un poco más”.


6. ¡Te lo dije!: Ya se yo de sobra que algo ha salido mal, o al menos no como esperaba; Que me lo digas y de este modo, no solo no puedo cambiar el pasado, sino que recordándome mi error me haces sentir ridículo/a y culpable. Genera rabia hacia la pareja. “Al final te ha dejado/a plantado/a, si es que no me haces caso nunca, mira que te lo dije”.


7. Lo hago solo por ti: Si te gusta recordar a tu pareja todo lo que haces o dejas de hacer por ella, recuerda que la pondrás automáticamente en una posición de deuda de algo que seguramente ni te ha pedido, por lo que es más difícil devolver. Se sentirá en inferioridad de condiciones y no agradecerá en absoluto tu supuesto esfuerzo. Si lo hacías por tu pareja, al recordárselo deja de ser un acto altruista para parecer más egoísta que otra cosa, ya que parece que le pides algo a cambio. “No sé porqué te lo tomas a mal, si yo lo he hecho solo por ti”.


8. Deja, ya lo hago yo: Si eres tan gentil que dices esto a tu pareja cuando ves que no ordena el armario como debe ser, o tarda mucho en partir la verdura, has de saber que lejos de ser tomado como un gesto de amabilidad y apoyo, lo sentirá como una descalificación a sus capacidades, o una crítica a su manera de hacer. No le darán ganas de colaborar en esa tarea nunca más, al menos si tu estás presente.


Hay sin duda muchos más, pero si conseguimos evitar al menos estos ingredientes, tendremos una mejor probabilidad de que el verano no acabe haciendo aguas.


Recordad que no es solo lo que decimos, sino como lo decimos.

Suerte con la receta y buen verano.


Marian Molina. Psicóloga en Lorca.


Equipo TAKTIKA. Región de Murcia.




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